domingo, 8 de febrero de 2009

Una Ola...

 

Una ola…
que se acuesta
en la orilla sola
y la recorre toda,
y empapa la playa,
y moja cada cristal de arena,
y adorna el paisaje.

Otra ola…
La que no se despide
pero se le ve irse
despacio…,
como para pensarlo.

Esa ola…
Titubeante
entre agua y sal,
entre tierra y mar;
es la misma ola
que nace en el firmamento,
que recorre el océano,
y se desploma en el polvo
de mis dedos.

A esa ola, a la otra,
y a la que viene detrás de ella,
le he dicho:
déjame ola,
anclar mis pies en la arena
y dejar mi huella
para poder contemplar cuán grande eres,
y ver luego cómo te vuelves pequeña.

Déjame, por lo que más quieras,
poner mis pies firmes en tierra.
Aunque al siguiente día,
cuando vuelva,
no quede ni el recuerdo
de mi huella;
pero sí un motivo
para hacer una nueva…  

 


martes, 3 de febrero de 2009

Es que me gustan tanto...

He descubierto que tengo una reciente fascinación por las hojas, por las que dejan caer los árboles...o por las que todavía se encuentran pegadas a ellos,  -como escribió con palabras similares, una famosa escritora costarricense- en un acto de resistencia a la gravedad.

La admiración que tengo por estas me llevó a cuestionarme porqué aquel material arrugado, a merced del viento, multicolor o desteñido, sucio, sin mucho adorno; me resulta tan interesante...Y la respuesta la encontré al final de mi blog...

"Una hoja de aire, un sueño grande del que nacen otros sueños menores y éstos otros cada vez más modestos, hasta llegar al último... el pequeñito, el que se lleva el viento"...Por eso, por su naturaleza efímera, porque quizás la hoja, al igual que un pensamiento se esfuma con los años, y con ello entiendo, mi también reciente necesidad de plasmar lo que pienso en el papel...para tratar de perpetuar su existencia.